Al concejal y candidato de Hurlingham Sebastián Palacio Rius le secuestraron el auto por manejar en estado de “intoxicación alcohólica y estupefacientes”. Pocos meses atrás, fue el propio Lucas Delfino quien fue detenido por manejar en la ruta con sus sentidos alterados. Una vez más la historia se repite: entre los sectores más acomodados, todo se puede comprar.
Por Gonzalo Uriarte
La historia que protagoniza Oscar Martínez en la película “Relatos salvajes” no generó sólo indignación sino la certeza de que eso pasaba y, al parecer, sigue pasando. En el film, un padre poderoso es despertado por su hijo a la madrugada: había atropellado a una mujer embarazada. El padre lo tranquiliza, llama al abogado y traman una coartada que si bien es inmoral, no deja de ser efectiva. Con dinero y complicidades, el “nene bien” nunca pagará por esa muerte.
Hace pocas semanas, otro niño bien (Cruz Ceferino Novillo Astrada) protagonizó un hecho similar en plena Avenida 9 de Julio y también se dio a la fuga. Aún resta saber qué pasará con esa causa. Pero lo que sí se sabe es que el joven pertenece a una familia de la Sociedad Rural, su madre es Ernestina Anchorena, paisajista y heredera de una de las familias terratenientes más importantes de Argentina. Y para suerte del joven, la víctima era un indigente, lo que le garantiza no habrá familias reclamando en los medios.
La historia se repite. Hoy nos enteramos que el concejal de Hurlingham Sebastián Palacio Rius dio positivo en un control de alcoholemia y le sacaron también la licencia por tener antecedentes. Pero al parecer, según el apellido y la fortuna familiar la vara mide distinto. De hecho, Palacio Rius además de ser concejal de Juntos por el Cambio encabeza la lista del macrista Lucas Delfino, quien a su vez había protagonizado la misma grave infracción hace pocos meses. Sin embargo, nada parece mellar la “buena imagen” de estos dirigentes que por pertenecer a sectores adinerados la impunidad parece ser su mejor tarjeta de presentación. Incluso, Delfino “hace campaña” manejando una camioneta, como si se burlara secretamente de la gravísima falta que cometió. Por suerte, en estos dos casos, y gracias al control, no hubo muertes que lamentar. ¿Se imaginan qué hubiera pasado si estos funcionarios públicos hubieran sido de otro partido y otras familias? ¿De qué hablarían los medios de comunicación más importantes?
En Argentina tenemos, lamentablemente, un historial de esta indignación. La misma que generó los años que Sebastián Cabello siguió libre y hasta conduciendo luego de haber asesinado el 30 de agosto de 1999 en la autopista Cantilo a Celia González Carman y a su pequeña hija Vanina. Ambas murieron carbonizadas dentro del Renault 6 que fue impactado a altísima velocidad por el Honda Civic de Cabello. Sin la presión social y mediática, ¿habría Cabello sido finalmente sentenciado? ¿Qué pasará con el joven Novillo Astrada Anchorena? ¿No deberían bajar la candidatura de estos dirigentes que cometen graves faltas?